¿Por qué en este triste siglo XXI a los occidentales ya no nos dice nada la poesía?
Incluso en las librerías, esas tiendas cada vez menos visitadas y que parecen destinadas a desaparecer, los libros de poemas ocupan normalmente apenas un pequeño espacio en algún rincón oscuro y poco transitado del negocio. Esas pequeñas obras que hablan de emociones, pasión, ternura, deseo, han quedado curiosamente olvidadas, como si todos esos sentimientos, tan humanos, tan enraizados en la propia sustancia del hombre, resultasen, ahora ya, extraños a nosotros mismos, a nuestros mezquinos intereses inmediatos. Sometidos al lavado de cerebro continuo de una sociedad empeñada en hacer de nosotros simples máquinas duales de producción y consumo, siempre nos quedarán los sonetos de Petrarca para recordarnos nuestra mágica dignidad de ser humano.
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