Los barceloneses se rebelan ante la masificación del turismo
La utilización de Barcelona como parque turístico de borrachera y la masificación de cinco barrios (Barceloneeta, Gótico y Rambla, Sagrada Familia, Born y Parc Güell) ha sublevado a los barceloneses por la saturación y el monocultivo que supone. Los efectos van desde la privatización de espacios públicos (para entrar en el parque Güell hay que pagar), normas dictadas a la carta, sobre precios y el fenómeno de “gentrificación” que no es más que riadas de visitantes por las zonas de interés. Una situación que hace sentir a los barceloneses extraños en su propia ciudad. Hay quien habla abiertamente del denominado síndrome Venecia. Barcelona pierde identidad por la presión turística mientras en el resto de Cataluña se construye una identidad nacional.
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